Quedan por delante apenas dos días de campaña para coronar un año cargado de elecciones, fatigante. Y restan tres jornadas financieras, difíciles, con el dólar a la cabeza, a pesar de los sucesivos mensajes de Washington. En el umbral de los comicios y frente a ese cuadro, el oficialismo expone en primera línea a Javier Milei, ahora concentrado en algunos distritos del interior. Y exhibe tensiones que se proyectan para el día después: el foco está puesto en el “reacomodamiento” del Gabinete -según el término presidencial-, pero las pulseadas asoman también en el Congreso. En los dos casos, los movimientos, a partir de la noche del domingo, estarán marcados por las internas que no cesan y por la real intención o no de abrir el juego para pensar en un mayor sostén político.
Milei hizo expreso en estas horas el objetivo básico para las elecciones del domingo, algo que hace rato circula en el oficialismo aunque con cierto cuidado porque podría ser interpretado como un retroceso de expectativa frente a la consigna de La Libertad Arrasa. Dijo que es necesario asegurar en Diputados el famoso tercio de legisladores propios que permita frenar el rechazo a los vetos presidenciales. Otro objetivo, módico en cifras, se plantea en el Senado y está marcado por la ácida disputa con Victoria Villarruel. Allí, se trataría naturalmente de sumar bancas, pero el tema central sería lograr algo más de manejo político en la Cámara, meta lejana para el bloque mínimo de LLA fuera del circuito de la vicepresidente.
Las especulaciones están aceleradas en Diputados, donde Martín Menem resiste por ahora fisuras en el la bancada violeta, a pesar del respaldo de Karina Milei, y malestar de distinto grado en la oposición. Trascendieron algunos tanteos desde la presidencia de la Cámara para encarar una negociación que permita distender el cuadro antes del recambio de diciembre, a cambio de un reparto de las vacantes en la Auditoría General de la Nación. La posición inamovible del peronismo/K, la falta de entendimiento entre LLA y sus socios amarillos, las diferencias domésticas en el PRO y el reclamo de radicales y provinciales, cada uno por su lado, hacen difícil el entendimiento. Otra vez, las miradas se corren hacia los gobernadores. Antes, claro, se verá qué dicen los resultados del domingo.
En el Senado, también hay mensajes, sondeos y charlas reservadas que no esperan la recomposición parlamentaria. Patricia Bullrich, que deja su cargo ministerial para apostar a la Cámara alta, acaba de apuntarle a Villarruel. Le reprochó públicamente mantenerse “bastante en silencio” duranta la campaña, una manera de traducir el cuestionamiento al juego personal de la vicepresidente y, más, con el subyacente ingrediente de las versiones conspirativas. En esa línea, añadió otro señalamiento la aún funcionara: dijo esperar que Villarruel “no sea de las que pongan palos en las ruedas”.
Parece claro que Bullrich se encamina al Senado con pretensiones de ocupar lugares destacados a partir de diciembre. Habrá que ver con qué capital, en función del resultado del domingo, y qué lugar aspira a ocupar. Por lo pronto, según sus propias declaraciones, buscará confrontar duramente con el peronismo y recuperar vías de acuerdo con espacios más inclinados al diálogo, pero enfrentados como consecuencia del destrato de Olivos.
En cualquier caso, si pretende un lugar destacado en la estructura de la Cámara, como se atajan ya en medios opositores, tendría resistencia cerrada del kirchnerismo y al menos reparos de otros bloques, con terminal en gobernadores. Sobre todo, si lo que está en juego es la presidencia provisional, a cargo de Bartolomé Esteban Abdala.
No sería lo único en discusión, porque antes pesa el reordenamiento en LLA y sus socios del PRO, además de la no-relación con Villarruel. Por lo pronto, trascendió que después de las elecciones, pero antes del recambio de legisladores, podrían avanzar las negociaciones para el manejo de las secretarías que garantizan el funcionamiento del Senado.
El quiebre del vínculo entre Milei y la vicepresidente no oculta por completo los intentos y cruces desde Olivos para ampliar la base mínima violeta y el trato con el PRO, que arrastra sus propias internas. Será un dato significativo el grado de relación del Gobierno con Mauricio Macri, y su impacto en las filas amarillas. Santiago Caputo ensayó un mínimo gesto en las redes sociales, mientras que Karina Milei hizo lo propio, también en escala mínima. Como en otros rubros, el cálculo depende del resultado del domingo.
Especulaciones similares se proyectan a Diputados, pero allí las tensiones vinculadas al círculo de Olivos son más claras. Martín Menem, como fue señalado, enfrenta un cuadro delicado. La jugada expresada en el intento de acuerdo para destrabar el tema de la AGN es considerada un test sobre el juego posterior para mantener la conducción de la Cámara. La prueba se anota en la pulseada general, que incluye tironeos en la LLA y con sus aliados, en particular el PRO, y la pendiente reconstrucción de puentes con jefes provinciales.
Eso último parece central. Por supuesto, la relación con los gobernadores antes dispuestos al diálogo está atada a lo que ocurra en las urnas. Y también a los reacomodamientos en el tablero violeta. Asoma en concreto la definición de interlocutores. Los movimientos de Santiago Caputo ya generaron cortocircuitos con Guillermo Francos y, cuando se proyectan directamente al Congreso, recelos de Martín Menem y alerta en las oficinas de Karina Milei.
Existe además una cuestión más de fondo, que es el rearmado del Gabinete y junto a esa movida, la profundidad o superficialidad de los mensajes de amplitud hacia otros espacios, vital si se pretende algo más que blindar los vetos y el objetivo es intentar acuerdos sobre las repetidas invocaciones a las reformas laboral, previsional y tributaria.
Por ahora, las versiones sobre cambios del Gabinete se limitan a las pulseadas domésticas. Un dato objetivo es la partida de los ministros/candidatos, es decir, Bullrich y Luis Petri. A eso se suma la posibilidad de fusiones y los malestares de arrastre. En ese conjunto aparecen justicia y Cancillería. Y la línea más destacada es escrita por la posible incorporación de Santiago Caputo al equipo de ministros, lo cual agrava la tensión con la jefatura de Gabinete.
De momento, son todas especulaciones que trascienden por poco los límites violetas. La elección del domingo determinará si es más o menos que eso.